enero 23, 2018
El Foro de Santo Domingo
Listín Diario / Opiniones
Autora: Margarita Cedeño de Fernández
Por cuarta ocasión, la ciudad primada de América ha sido la sede del IV Foro de Santo Domingo, que organizan la Fundación IDEA y la Fundación Global Democracia y Desarrollo, un importante evento que reúne a destacados políticos, académicos y expertos en política, economía y asuntos sociales, de distintas partes del continente.
En esta edición, el Foro ha hecho un énfasis especial en la resiliencia que requieren los sistemas democráticos en la era que nos ha tocado vivir. Si se define la resiliencia como “la capacidad de los sistemas sociales para afrontar crisis y desafíos complejos; así como sobrevivir a ellos, innovar y recuperarse”, entonces queda claro que es un concepto sobre el cual debemos profundizar, porque nunca habíamos vivido en un mundo con tantas complejidades como el actual.
Entre esas complejidades, encontramos que la región de América Latina y El Caribe enfrenta un contexto socioeconómico y demográfico muy retador. Durante una década, hasta el 2014, mantuvimos excelentes indicadores de crecimiento económico y disminución de la desigualdad social y la pobreza, que imbuyó de esperanzas renovadas a nuestros países. En esa época, hay que destacar el éxito en las políticas económicas y sociales de Brasil, Bolivia y Ecuador; al igual que el exitoso esfuerzo de países más pequeños, como es el caso de la República Dominicana.
Necesitamos determinar que ha pasado en la región de América Latina y El Caribe desde el 2014, que observamos un estancamiento en la mejora de los indicadores sociales.
El ex Presidente de Colombia, don Ernesto Samper, presidió el panel en torno al contexto socioeconómico de la región. Samper, gran amigo de la República Dominicana, con su inigualable sentido del humor, mostró su profunda preocupación en torno a los mecanismos que generan desigualdad en la región, que resumió en tres: los bajos niveles de presión tributaria, que rondan el 20 por ciento –mientras que la República Dominicana mantiene alrededor de un 15 por ciento–; la informalidad del mercado laboral, que impacta al 56% de los trabajadores de la región, dejándoles fuera de la seguridad social y; las deficiencias en los sistemas educativos, que requieren inversiones urgentes para que los ciudadanos sean más competitivos en el escenario global.
La América Latina de hoy tiene dos grandes retos, preocupantes y urgentes. El primero es enfrentar la fuerte desigualdad social, la más alta del mundo. El segundo es trabajar por la seguridad ciudadana, porque de las 52 ciudades más peligrosas del mundo, 40 están en nuestra región.
Ambos temas tienen una misma raíz, que es la exclusión de parte de los ciudadanos del desarrollo económico y social. Hace falta cambiar el concepto de que la política social es la hermana menor de la política económica, cuando en realidad son hermanas gemelas. Una debe llevar al desarrollo de la otra, inexorablemente.
Afortunadamente, en la región hemos aprendido a cuidar la macroeconómia, la inflación, el valor monetario, y generar perspectivas para la inversión, cuestiones que son importantes pero insuficientes, a la hora de enfrentar los retos que se ciernen sobre nosotros. Es preciso continuar trabajando en pos de mayores capacidades de gobernabilidad, de un mayor balance entre Estado, mercado y sociedad civil, y sobre todo, más institucionalidad y democracia.
Francisco Rojas, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), fungiendo como relator del panel, advirtió que “sin crecimiento no habrá desarrollo, sin desarrollo no habrá democracia y sin democracia primarán la anarquía, la ingobernabilidad y no habrá paz”.
Hay que continuar por el camino del desarrollo social, pagando la deuda que tenemos con tantos ciudadanos y ciudadanas en toda la región, reducir la desigualdad y lograr la plena inclusión de las Mujeres. Cuando llega una mujer no se le quita el espacio a un hombre, con la mujeres llegan todos.