noviembre 21, 2017
Libertad religiosa
Listín Diario / Opiniones
Autora: Margarita Cedeño de Fernández
Hay quienes piensan que la sociedad se ha desarrollado “a pesar” de la religión, cuando en realidad ésta ha sido pieza clave en el avance y el progreso de la humanidad. Sin importar la denominación de que se trate o la deidad a la que se rinda culto, la humanidad ha visto en la religión una vía de avance y crecimiento, tanto individual como social y económico.
Sin embargo, hoy se advierten muchas amenazas a la religión, en distintas partes del mundo, especialmente en 38 países que, de acuerdo a la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada, presentan graves violaciones al derecho a la libertad religiosa, ya sea por persecución o por discriminación.
El Papa Francisco lo advirtió en su histórico viaje a Estados Unidos, cuando dijo que “vivimos en un mundo donde diversas formas de tiranía moderna quieren suprimir la libertad religiosa. Por eso, se hace necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y derechos de los demás”.
La libertad religiosa es un derecho inherente e inalienable del ser humano, que se manifiesta en su capacidad de creer o no en Dios y en un cuerpo de doctrinas, dogmas o creencias.
Dice Teófilo González Vila, filósofo español, que “no respetar la libertad religiosa (…) no es sólo conculcar un derecho fundamental de la persona humana, sino agredir a su misma realidad constitutiva”. Negar la libertad de los seres humanos a adoptar una religión es destruir a la persona misma, puesto que va en contra de su propia naturaleza.
Es por eso que hoy en día una de las pruebas más importantes del esfuerzo que realiza la humanidad para tener un mundo desarrollado, que respete al ser humano, es una efectiva libertad religiosa, que impulse las capacidades y habilidades de los seres humanos.
Hoy en día las principales amenazas en contra de este derecho fundamental provienen del islamismo radical, de los estados autoritarios, del nacionalismo y otros grupos fundamentalistas. Estos elementos son los que violan los principales fundamentos y elementos básicos de la libertad de religión, rasgos esenciales establecidos en distintos instrumentos de derecho internacional.
Estos fundamentos son practicar el culto, mantener instituciones, disponer de las herramientas para realizar los ritos o costumbres, difundir publicaciones, enseñar la religión, solicitar contribuciones, capacitar, elegir y designar a sus dirigentes, observar días de descanso y celebrar festividades, establecer y mantener comunicaciones, entre otras facultades.
Recientemente se ha realizado en nuestro país el Simposio de Libertad Religiosa del Caribe, auspiciado por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, esfuerzo que felicitamos porque fortalece el compromiso del país con la libertad religiosa, una condición indispensable para que podamos desplegar el potencial de nuestra nación.
Nuestro país nació con la libertad religiosa, incluso en nuestros símbolos patrios. Ahora está consagrado en el artículo 45 de la Constitución, que garantiza la libertad de conciencia y de culto. Sin embargo, se requiere continuar afianzando este compromiso, tanto desde la esfera pública como desde la privada, para mejorar los indicadores sociales.
Si queremos ganar en la lucha contra las desigualdades, que es la lucha común de todas las denominaciones religiosas, es imperativo preservar la libertad de religión, de manera que impulsemos la integridad moral de los individuos desde sus creencias.