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agosto 8, 2017

El Progreso de la mujer latinoamericana

Listín Diario / Opiniones
Autora: Margarita Cedeño de Fernández

Hasta hace poco, resultaba poco atractivo desde el punto de vista político, colocar el empoderamiento económico de la mujer en el centro de las acciones de gobierno. El arte de gobernar parecía ser un tema esencialmente masculino, que perpetuaba las prácticas de discriminación.

Afortunadamente, prácticamente la unanimidad de los gobiernos de América Latina y El Caribe, han comprendido el cambio de época que vivimos y se han montado en el tren del progreso económico y social de la mujer, claro está, con sus altas y sus bajas. No cabe duda que el desarrollo que ha experimentado la región en los últimos 15 años, ha sido producto de la notable inserción de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.

Sin embargo, surgen graves advertencias que requieren la atención de la sociedad. El reciente Informe sobre el Progreso de la mujer en América Latina y El Caribe, nos alerta sobre los efectos de la desaceleración de las economías, la polarización social, la desconfianza en los gobiernos y, en algunos casos, las crisis políticas; situaciones que amenazan el avance de la agenda de la equidad de género en la región.

Las brechas de género persisten y la pobreza se ha feminizado. Como muestra el informe, la participación laboral de la mujer es más sensible a los vaivenes del crecimiento económico, lo que indica que, en un contexto de crisis económica, el ingreso femenino disminuye considerablemente y, por ende, sufre la economía familiar. De igual forma, a pesar de que la región ha tenido una disminución de la pobreza constante en los últimos 15 años, resulta contraproducente el que el índice de feminidad de la pobreza ha aumentado 11 puntos en igual período. En el 2014, el porcentaje de mujeres pobres era 18% superior al de los hombres.

La mejor descripción de lo que ha sucedido en América Latina y El Caribe con la mujer es que hemos vivido una “revolución silenciosa, incompleta y desigual en las dinámicas familiares”. Ha disminuido la tasa de fecundidad, ha aumentado el nivel educativo de la mujer y ha crecido su participación en la economía. Poco a poco, el modelo de “hombre proveedor” y “mujer ama de casa”, se va convirtiendo en una reliquia del pasado.

Sin embargo, a pesar de que contribuimos más a los ingresos familiares, el empoderamiento femenino sigue frenado por realidades sociales que demandan nuestra atención. El embarazo adolescente, la violencia de género, la inestabilidad de los vínculos familiares y la responsabilidad desproporcionada que lleva la mujer en el cuidado del hogar, se erigen como limitaciones al avance de una verdadera equidad de género.

Al contrario de otros países de la región, la República Dominicana continua experimentando un crecimiento económico muy favorable, que nos coloca en una posición envidiable para continuar impulsando el avance de la mujer. Lo que significa que tenemos una gran oportunidad de aportar a la superación de los obstáculos del empoderamiento económico de la mujer y generar avances más significativos en los indicadores fundamentales de la igualdad de género.

Donde hay mujeres empoderadas, las sociedades progresan. Tal y como lo plantea el informe, en el largo plazo, el progreso de las sociedades y las economías está supeditado al pleno aprovechamiento de las aptitudes y capacidades de todas y de todos.