febrero 25, 2020
Tiempo de escuchar
Listín Diario / Opiniones
Autora: Margarita Cedeño
Luego de nueve años de guerras y batallas en Troya, en la búsqueda de Helena, el ejército espartano estaba agobiado por una lucha que no era de subsistencia ni de conquista, sino que se trataba de una lucha que correspondía a un capricho de Melenao que había sido herido en su orgullo.
Cuenta Homero en la Ilíada que, cansados por tantos años de batallas, un plebeyo de nombre Tersites tomó la palabra en una asamblea para dar voz al descontento, encontrándose con el castigo de Odiseo que le reclamó su atrevimiento al intentar dirigirse a una Asamblea donde solo podía escucharse la voz de los Reyes.
Desde entonces, Tersites ha pasado a formar parte de la literatura como un crítico de la sociedad, mencionado como tal por autores como Hegel, Nietzsche y Kennedy Burke, especialmente por ser un precursor de las posturas contrarias al orden establecido.
Desde Tersites, la historia política de la humanidad ha sido el tránsito hacia métodos de participación de los ciudadanos en la cuestión pública, para que no reciban el trato que el Espartano recibió al querer elevar su voz para reclamar las condiciones a las que estaban sometidos los combatientes.
La política como la conocemos premia mucho a quienes ostentan el don de la palabra, ya que comunicar ideas con elocuencia es lo que se espera de las personas que aspiran a ostentar cargos públicos. Sin embargo, se reconoce poco el efecto paralelo de la palabra, que es la escucha.
Hoy en día son tantas las voces que se elevan, que la capacidad de prestar atención y escuchar el reclamo de la ciudadanía es una aptitud consustancial de los políticos exitosos del siglo XXI. Encontrar la información correcta en un universo de informaciones que se confunden en el ruido de lo mundano, será una de las habilidades más valoradas en el futuro inmediato.
Además, en un mundo amenazado por la posible destrucción de todos los vínculos interpersonales, como lo advirtió Zygmunt Bauman, la capacidad de generar empatía y prestar atención a los demás, será la nueva materia prima de la política.
En la política de la escucha se aspira a que se hable menos y se escuche más, que se tome conciencia de aquellas situaciones que pasan inadvertidas y que, poco a poco, se van convirtiendo en una bomba capaz de poner en juego la cohesión social. Se trata de prestar atención a los detalles, a las situaciones que afectan a los ciudadanos en el día a día, pero que para los que hacen política pasan inadvertidas, debido al cúmulo de informaciones que se reciben a diario o a la desconexión con la población.
El político que no logre cultivar la capacidad de escuchar, está aportando a la bancarrota de la comprensión, como lo describe Hannah Arendt en sus ensayos, en los cuales advierte sobre “las consecuencias” de que la nación pierda su capacidad para “la acción política responsable”.
Queda más claro que nunca que no hay política responsable sin capacidad de escucha. Si el político no se dispone a escuchar, se arriesga a perder el “hilo de Ariadna” de la sabiduría popular, que está guiando el camino hacia el cual nos quieren llevar la nueva sociedad en la que vivimos, que es resultado de las acciones del Partido de la Liberación Dominicana.