mayo 26, 2016
Seminario de alto nivel Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible
Panel 3: políticas sociales para la igualdad
Discurso pronunciado por la Excelentísima Señora Vicepresidenta de la República, doctora Margarita Cedeño de Fernández, en el Seminario de alto nivel “Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible”, que organiza la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que concluye este viernes en Ciudad México.
Saludo a mis amigos del Panel, colegas, a mi querida amiga Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, a los representantes de países hermanos y agencias internacionales, miembros de la sociedad civil;
Amigos y amigas, todos y todas;
El bienestar de las presentes y futuras generaciones está supeditado a lo que la actual generación de Gobernantes y líderes, podamos hacer para promover sociedades con igualdad y sostenibilidad.
Si no nos comprometemos a dar a la gente oportunidades para que mejoren sus vidas, estaremos paralizando el presente y embargando el futuro de la humanidad.
Una vida digna y de calidad para todos los seres humanos, requiere de acciones contundentes y precisas para enfrentar el temor latente que tiene la humanidad, al imaginar su futuro, en un mercado liberal, que no ha tenido éxito a la hora de promover la igualdad, como lo ha planteado Marc Augé.
Y SI nosotros ignoramos las alarmas QUE están emergiendo a nivel global, estaremos dando paso al extremismo de creer que la pobreza es perpetua, y que los pobres tienen que acostumbrarse a ser pobres en el mediano y largo plazo, porque no hay otra alternativa y no hay nada que hacer.
Pero sabemos que ser pobre no es una predestinación o una maldición, la pobreza surge cuando permitimos que la falta de oportunidades se concreticen en carencias de capacidades.
Ser pobre es un problema ético.
Ser pobre es una injusticia.
Una escandalosa injusticia que, como decía Rawls está formada por desigualdades que no benefician a todos, y que perjudican sobre todo a los más pobres.
La pobreza no puede seguir siendo el destino de 175 millones de personas de la región de América Latina y El Caribe.
Nuestra respuesta unánime, a este problema, debe ser trabajar, por encima de todo, por una igualdad que se sobreponga a la injusticia de la pobreza.
Y aunque mirar al futuro siempre puede ser abrumador para algunos, estamos llamados a construir esperanza a partir de un nuevo modelo de desarrollo basado en la igualdad.
Como ha dicho nuestra querida amiga Alicia Bárcena, la igualdad “es un imperativo impostergable que requiere un cambio estructural orientado a cerrar brechas sociales y productivas críticas, donde no estén reñidos entre sí lo económico, lo productivo, lo social y la sostenibilidad ambiental”.
Es la hora de hacer realidad el círculo virtuoso entre igualdad y desempeño económico. Y nuestras instituciones tienen que estar a la altura de ese inmenso reto.
Hoy tenemos la oportunidad de cambiar una realidad que ha limitado el bienestar de una gran parte de nuestros ciudadanos. Ha llegado la hora de una vez y por todas.
Y tenemos la capacidad de construir igualdad con políticas de promoción y de protección social que se enfoquen en la concreción de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
Podemos hacerlo promoviendo estabilidad e inclusión social en el crecimiento, generando empleos de calidad y protegiendo el medio ambiente.
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La República Dominicana puede hablar desde su experiencia.
Hemos sido exitosos en la construcción de un sistema de protección social con vocación universal, estructurado en tres pilares:
Un Sistema de Seguridad Social con subsistemas de pensiones, salud y riesgos laborales, por un lado; lo que ha permitido que más del 65% de la población tenga seguro de salud, incluyendo al 100% de la población de más bajos ingresos.
Por otro lado, un conjunto efectivo de reglas que propician un marco de protección para quienes participan del mercado productivo formal, lo que nos ha permitido en estos 4 años, crear 400 mil empleos decentes y esperamos lograr un número similar en estos próximos cuatro años de Gobierno.
Y en tercer lugar, contamos con una Red de Protección Social, denominado Progresando con Solidaridad, para los más carenciados y vulnerables, bajo el conocido esquema de Transferencias Monetarias Condicionadas y subsidios focalizados.
A esta Red de Protección Social hemos integrado, a partir del 2012, la eficaz novedad del acompañamiento socioeducativo con el que también promovemos alianzas público-privadas e intervenciones de desarrollo que aprovechan y amplían los servicios del Estado y la sociedad civil.
Este tercer pilar tiene como ejes centrales el enfoque de derechos, el cierre de brechas y la reducción de la desigualdad y hemos logrado cubrir al 82% de las familias identificadas como carenciadas o vulnerables por el Sistema Único de Beneficiarios, organismo que mide objetivamente la condición de pobreza.
En este ámbito, estamos promoviendo en la República Dominicana la medición de pobreza multidimensional, inspirados por el ejemplo de México y Colombia, y con apoyo del Oxford Porvety Human Development Initiative.
El año pasado implementamos un primer piloto del IPM con la metodología OPHI, y en poco tiempo estaremos ampliando la metodología a toda la base de datos del sistema de focalización.
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Y aquí, permítanme compartirles algunos de nuestros logros con Progresando con Solidaridad, que representa el programa más integral, comprehensivo y reformador de combate a la pobreza en República Dominicana.
Progresando con Solidaridad se ha convertido en ejemplo de innovación social para países hermanos de Centroamérica y El Caribe, especialmente por sus intervenciones socioeducativas, conforme al ciclo de vida, su Enfoque de derechos humanos y creación de capacidades para la vida y el trabajo; y por la perspectiva de género que permea todas nuestras acciones.
Con esta presentación, estamos poniendo a su disposición los principales logros que ha obtenido progresando con solidaridad en las diferentes áreas de desarrollo
El programa también ha logrado impactar en el fortalecimiento de las economías locales. Hemos incluido una Red de cerca de 6 mil negocios PYMES aproximadamente, que ofertan sus productos a las más de 800 mil familias beneficiarias del programa.
De igual manera, hemos logrado un impacto decisivo en disminución de la deserción escolar, en combate a la anemia, en inmunización, capacitación técnico-profesional, y un sinnúmero de indicadores más que con gusto les podemos compartir.
Quiero resaltar que de acuerdo a un estudio que ha publicado el BID si no existiera en la República Dominicana el programa Progresando con Solidaridad, la indigencia sería un 24% mayor a la actual y la pobreza general aumentaría en un 6%.
De igual forma, hemos aportado a la reducción de la pobreza monetaria en 9.1%.
Estamos concentrados en construir capital humano y social, mediante la creación de capacidades y el empoderamiento en los hogares participantes.
Como ha dicho el profesor Bernardo Kliksberg, “la gestión de calidad es una de las armas más letales contra la pobreza”, y es por eso que hemos hecho un gran esfuerzo para certificar todas las instituciones que dirijo, incluyendo el programa Progresando con Solidaridad, con normas ISO 9001 y 27000.
Este mes iniciamos con la certificación de equidad de género.
Además, con la política social que impulsamos, hemos incidido en el descenso del Índice de GINI entre el 2005 y el 2015, en un promedio anual de 2 centésimas, llegando hasta 0.453 en el 2014.
Esto significa que el país ha ido mejorando de manera gradual en la distribución de los ingresos, tal y como mencionó el Ministro Montas esta mañana.
De igual manera, estamos dando inicio al programa Progresando Unidos, con apoyo del Banco Mundial, con el cual nos proponemos erradicar la pobreza extrema en la República Dominicana en los próximos 4 años del Gobierno que preside el compañero y amigo Danilo Medina.
Amigos y amigas:
La desigualdad social presenta varias dimensiones, que requerirían mucho tiempo para ser abordaras.
Pero quiero puntualizar cuatro de ellas, para la reflexión de este Panel.
En primer lugar, la dimensión de la desigualdad de género.
No es un secreto que la pobreza tiene rostro femenino.
El 67% de los hogares en pobreza que estamos interviniendo, están encabezados por una mujer como Jefa de Familia, un panorama que es común a todo el continente.
Tenemos que abordar la desigualdad de género, desde los distintos enfoques que la alimentan: la discriminación salarial, el cierre de brechas en participación política de las mujeres, capacitación técnico-profesional, economía de cuidado, y el Combate a las prácticas discriminatorias enquistadas en nuestras sociedades.
Con Progresando con Solidaridad estamos cerrando estas brechas, mediante una gran diversidad de programas innovadores, enfocados hacia la igualdad de género, un pilar transversal en todas nuestras intervenciones.
Porque como ha dicho Engels: “los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino. Al impedir y limitar la legítima y auténtica participación equitativa de las mujeres, no solo pierden ellas, sino toda la humanidad.”
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En segundo lugar, la desigualdad en el acceso a las TIC.
La brecha digital es, sin dudas, la antesala de una gran brecha social.
Si no la abordamos con dedicación y efectivamente, estamos condenando a comunidades enteras a quedarse varadas en el siglo XX, cuando sabemos bien que la tecnología está transformando todos los aspectos de la vida y el crecimiento económico como la conocemos.
No podemos promover ninguna agenda para la igualdad que no incluya un abordaje integral para que los ciudadanos se beneficien de lo que será la Cuarta Revolución Industrial, la Revolución tecnológica.
La República Dominicana tiene el único programa de protección social de la región que incluye un componente especializado en TIC, para reducir brecha digital y social, promover formación en TIC y lograr inclusión competitiva.
Y esto lo logramos desde los Centros Tecnológicos Comunitarios, con amplia oferta tecnológica y certificaciones internacionales para los excluidos de esta Sociedad de la Información y el conocimiento, con una cobertura territorial presente en 100 de los 156 municipios del país.
Para los próximos cuatro años, estamos trabajando por una República Dominicana completamente Digital, tanto en acceso a través de banda ancha como en capital tecnológico, desde la certificación de la ciudadanía digital.
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La tercera dimensión de la desigualdad social abarca lo que podríamos llamar las brechas institucionales.
Tenemos que estar claros que la problemática de la desigualdad requiere de reformas estructurales en todos nuestros países.
Vemos que a pesar de que hemos ampliado los espacios macroeconómicos en casi toda América Latina, el bienestar no se va a derramar por sí solo en toda la población, si no hay estructuras dispuestas para la igualdad y un funcionariado comprometido para alcanzarla.
Esto es urgente.
Sobre todo en este contexto que nos plantea un patrón distinto en el crecimiento económico, donde CEPAL advierte de menores tasas de crecimiento hacia el futuro inmediato.
Los programas sociales no pueden ser solo medidas contra-cíclicas para contener los costos sociales en momentos de crisis económica.
Tienen que ser políticas orientadas a lograr una efectiva redistribución del bienestar y la prosperidad de forma sostenible.
Esto requiere de reformas políticas e institucionales.
Requiere que el liderazgo de nuestros países asuma el discurso de la igualdad en todos los espacios públicos.
Requiere de nuestro esfuerzo para que la gente entienda que este es el gran reto de nuestra generación y de las que nos seguirán.
De igual manera, no podemos postergar más los pactos fiscales en América Latina y El Caribe.
Vale preguntarnos si estamos aprovechando la cooperación de organismos como CEPAL, para transitar hacia sistemas tributarios que estén más enfocados hacia la progresividad y el desarrollo sostenible.
En mi país estamos trabajando en un Pacto Fiscal que definirá nuestra ruta de desarrollo incluyente en la próxima década.
Este es un tema de urgencia para los Gobiernos de América Latina y El Caribe.
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Finalmente, tenemos que trabajar la brecha del empleo y la productividad.
Lograr plena igualdad y erradicación de la pobreza mediante el empleo, sobre todo el emprendimiento, requiere abordar las dinámicas existentes en la economía actual, entendiendo muy bien las brechas que nos plantea el siglo XXI, y abordar de forma holística e integral, como plantea el documento, las problemáticas persistentes.
Si consideramos al empleo como la panacea para terminar definitivamente con la pobreza, es preciso esforzarnos en entrelazar las políticas sociales, las políticas tributarias, las políticas productivas y las políticas de empleo.
CEPAL y OIT ya han hecho énfasis en esa dinámica que se verifica entre el empleo y la institucionalidad laboral, como clave de la igualdad de oportunidades y la inclusión social.
Continuemos por ese enfoque.
Tenemos que trabajar por la inserción laboral de los grupos en desventaja, promover agendas nacionales para la discapacidad, que estén incluidas en los presupuestos nacionales.
La base de una protección social vinculada al empleo es la implementación de mecanismos de formalización que permitan una homogeneización de las condiciones laborales básicas.
A la vez, es preciso abordar los retos latentes en cuanto a la generación de una matriz productiva que proteja los sectores tradicionales de nuestras economías, al tiempo que propicie nuestra inserción en nuevos mercados.
Es urgente que nuestras sociedades estén en mayor capacidad de competir y de innovar.
Y para ello, se requieren acciones tanto del sector público como del sector privado, especialmente en el ámbito educativo, la creación de clúster de innovación y las regulaciones laborales.
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La productividad debe trabajarse también desde nuestros sistemas educativos.
La educación es un eslabón múltiple y permanente en el desarrollo.
Como afirma la CEPAL, “sociedades con más altos niveles de educación tiene una mejor base para el progreso técnico y la innovación, para la competitividad y productividad”.
Es lo que estamos haciendo en la República Dominicana.
Amigos y amigas:
Antes de finalizar mi intervención, quiero extender una cordial invitación al VIII Foro Ministerial para el Desarrollo en América Latina y el Caribe y la Primera Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe, que conjuntamente estamos organizando la Vicepresidencia de la República Dominicana, el PNUD y la CEPAL.
Dicho evento se realizará los días 31 de octubre y 1 de noviembre, en Santo Domingo.
Estoy segura que frente al inmenso azul del Mar Caribe, su calma nos inspirará para ser más creativos, más críticos y conscientes, para idear nuevas formas de consolidar los avances logrados en temas de protección social, desarrollo y seguridad.
A la vez, su imponente tempestividad nos hará visualizar los retos pendientes frente a las crisis económicas, las turbulencias sociales y las consecuencias del cambio climático.
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Concluyo exhortándoles a defender la sinergia entre igualdad social y dinamismo económico, sin comprometer los recursos de las generaciones futuras.
Trabajar para uno sin tomar en cuenta el otro, es transitar el camino del ostracismo en un mundo globalizado, integrado e interdependiente.
La igualdad social tiene que ser un nuevo contrato social, redactado desde un enfoque que garantice el ejercicio pleno de los derechos de todos y todas los ciudadanos y las ciudadanas.
Llegó la hora de la igualdad.
Llegó la hora de crecer para incluir, de incluir para crecer, para seguir Progresando con Solidaridad.
Dios les bendiga. Muchas Gracias.
Presentación del discurso: