junio 1, 2016
Acciones para el Liderazgo y Desarrollo Económico de la Mujer: «El reto de la desigualdad de género»
Discurso pronunciado por la Excelentísima Señora Vicepresidenta de la República, doctora Margarita Cedeño de Fernández.
Queridas amigas:
Queridos amigos:
Su Santidad, el Papa Francisco, ha dicho que la raíz de los males sociales es la desigualdad.
Luchar contra ella, es el gran reto de nuestra generación.
Porque el bienestar de las presentes y futuras generaciones está supeditado a lo que la actual generación de Gobernantes y líderes, podamos hacer para promover sociedades con igualdad y sostenibilidad.
Si no nos comprometemos a dar a la gente oportunidades para que mejoren sus vidas, estaremos paralizando el presente y embargando el futuro de la humanidad.
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Una de las dimensiones de esa desigualdad social que persiste, es la desigualdad de género.
Es urgente abordar la desigualdad de género, desde los distintos enfoques que la alimentan: la discriminación salarial, el cierre de brechas en participación política de las mujeres, la necesidad de capacitación técnico-profesional, la economía de cuidado, y el combate a las prácticas discriminatorias enquistadas en nuestras sociedades.
Porque como ha dicho el filósofo Engels: “los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino. Al impedir y limitar la legítima y auténtica participación equitativa de las mujeres, no solo pierden ellas, sino toda la humanidad.”
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Mary Wollstonecraft, escritora inglesa, precursora de la lucha por los derechos de la mujer, escribió una extraordinaria obra en 1792, donde presentaba, con mucha valentía, una propuesta prohibida para la época.
Decía, y cito:
“…habría que redefinir el rol de la mujer en la sociedad, puesto que somos esenciales para la nación, porque educamos a los niños y tenemos la capacidad de ser más unas “compañeras” de nuestras parejas, y no unas simples esposas.”
Cierro la cita.
Hace más de 200 años de esa afirmación, y lamentablemente, la cultura machista que la originó, aún persiste en nuestras estructuras sociales.
Hoy en día, la mujer continúa enfrentando injusticias inaceptables, solamente por su condición de ser mujer.
Es por eso que no tengo temor en afirmar, que la desigualdad de género es una de las causas principales de la desigualdad social, el mayor reto para la humanidad en este siglo XXI.
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Como Hipatía de Alejandría, seguimos tratando de romper un muro que parece inquebrantable, un muro que se soporta porque del otro lado hay hombres, y lamentablemente también mujeres, que continúan reforzándolo con su constante discriminación hacia la mujer.
Como le sucedió a Hipatía, en los peores casos, somos condenadas a la esclavitud, al olvido, al anonimato y, duele decirlo, pero también a la muerte, por defender el derecho a ocupar un espacio en la sociedad.
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Hace 20 años, en el 1995 se celebró en Beijing la Cuarta Conferencia de la Mujer, un hito que marcó un nuevo camino en la lucha por la equidad de género.
En aquella cita histórica tuvo lugar uno de los más memorables discursos de Hillary Clinton, entonces Primera Dama y quien hoy lucha por ser la primera mujer Presidenta de los Estados Unidos.
Pero hubo también un importante discurso de una mujer, entonces poco conocida para el mundo occidental.
Una mujer que vivía en cuerpo y alma la represión de un régimen y de una cultura que ignora el rol de la mujer en la sociedad.
Me refiero a Benazir Bhutto, primera mujer elegida para dirigir un país islámico, y en aquel 1995, se dirigía a más de 40 mil mujeres en China, bastión de un mundo que entonces comenzaba a perimir y otro que empezaba a nacer.
En aquel discurso nos invitaba a soñar en un mundo de oportunidades, donde la mujer pudiese alcanzar el más alto nivel en la política, en los negocios, en la diplomacia, en la cultura y en todas las esferas de la vida.
En un mundo donde no hubiese mujeres maltratadas, en donde el empoderamiento femenino resultara en una mayor independencia económica para la mujer.
En un mundo tan comprometido con la paz como con la libertad de la mujer.
En fin, en un mundo dispuesto a combatir la tragedia y la catástrofe que representa la desigualdad de género.
Todavía resuenan las palabras de Goethe, el escritor alemán, que decía que “la libertad debe rehacerse y ganarse nueva vez, en cada generación”.
Eso estaba haciendo Benazir Bhutto cuando la muerte la sorprendió.
Queridas amigas y amigos:
En la República Dominicana de hoy seguimos persiguiendo ese sueño.
Han pasado dos décadas, y aún las palabras de Benazir Bhutto siguen teniendo sentido para nuestros oídos, porque seguimos luchando contra los mismos males, tratando de “ganar la libertad” para nuestra generación de mujeres y enseñando a las que vienen detrás la importancia de continuar esta lucha.
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Es el ejemplo de Griselda Rodríguez, de Puerto Plata, beneficiaria de nuestros programas de apoyo a la mujer.
Me gustaría que dediquemos unos minutos a conocer su extraordinaria historia.
(Pausa para video)
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Como la historia de Griselda hay miles en todo el país.
Están disponibles en las redes para Ustedes, les invito a verlas, porque son ejemplos inspiradores de lucha por nuestros derechos.
Me enorgullece saber que he podido aportar un granito de arena a sus vidas, a través de Progresando con Solidaridad, el programa social con el que estamos ayudando a más de 800 mil familias en todo el país.
De ese gran número de personas que estamos acompañando hacia el progreso, la mayor parte son mujeres.
La pobreza tiene cara de mujer: 67% de las familias beneficiarias tienen a una mujer como Jefa de Familia.
Sin embargo, los resultados que veo en el programa me han convencido de que donde hay mujeres empoderadas, las sociedades progresan.
¿Por qué? Sencillo.
La mujer invierte el dinero que produce en su familia, en su casa y en su comunidad.
Se elevan las tasas de matriculación y asistencia de los niños a las escuelas, evitando que nuestros niños caigan en la delincuencia o en la vagancia, o lo que es lo mismo, a engrosar la tan lamentable categoría de ni-ni (ni trabajan, ni estudian)
Se evidencian mejoras en la nutrición, es decir, la familia come más y mejor;
La inversión de la mujer en su hogar mejora la condición de salud de todos, manteniendo al día los chequeos de salud, vacunación y otros controles.
La integración de la mujer en las comunidades, iglesias e instituciones no gubernamentales, resulta en un aporte significativo a la solución de los problemas que afectan a nuestros pueblos y ciudades.
También, el desarrollo económico y social de la mujer la impulsa a participar de los procesos políticos y de la formulación de políticas públicas, lo que fortalece la labor que realizan las distintas instituciones del Estado.
Y está comprobado que, para que el desarrollo económico sea sostenible, es imprescindible la participación de nuestra mitad de la población mundial, porque solo así se garantiza continuar el ritmo de crecimiento económico actual.
Podría pasarme toda una mañana hablando de los beneficios sociales que tiene el desarrollo económico de la mujer, a través de la inserción laboral o el emprendimiento, pero considero que estos ejemplos son suficientes para demostrar, como ha dicho Kofi Annan, y cito:
“que no existe ninguna estrategia de desarrollo eficaz en que no se reserve a la mujer un papel protagónico. Cuando las mujeres ponen todo de su parte, los resultados se ven inmediatamente: familias más sanas y mejor alimentadas, y mayores ingresos, ahorros y reinversiones. Y lo que sucede en las familias también ocurre en las comunidades y, a largo plazo, en países enteros.”
Cierro la cita.
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El trabajo que hemos podido realizar por 12 años con la mujer dominicana, me ha inspirado a proponer un nuevo proyecto para el país, que conocí gracias a su ideóloga, mi amiga, Vanda Pignato, Secretaria de Inclusión Social de El Salvador.
Ciudad Mujer es un proyecto que he anhelado por muchos años, porque permitirá reunir en un mismo espacio todos los servicios que requiere la mujer para su pleno desarrollo: salud sexual y reproductiva, empoderamiento económico, asistencia legal, capacitación, acceso al crédito, educación financiera, apoyo en caso de violencia de género, cuidado de sus hijos y, sobretodo, el acompañamiento de personas plenamente capacitadas para asistirles en cualquier situación.
Agradezco al Presidente de la República, Lic. Danilo Medina, quien ha aprobado esta propuesta de Ciudad Mujer, para el desarrollo de las dominicanas y la ha convertido en punta de lanza de nuestra propuesta de Gobierno para los próximos cuatro años.
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Amigos y amigas:
Este Siglo XXI también tiene sus luces que alumbran el futuro de las mujeres.
Hoy en día nuestras niñas crecen en un ambiente donde se habla mucho del empoderamiento femenino.
Cada vez más, en nuestra casas, les enseñamos a jugar nuevos roles.
Incluso, hasta los anuncios de la Barbie han cambiado para proyectar esta nueva realidad.
El resultado es que en la escuela primaria, y en el bachillerato, las hembras asisten más, les va mejor y culminan sus estudios a tiempo.
A excepción de aquellas que enfrenten a otra gran injusticia contra la mujer: el embarazo en adolescentes.
En la escuela superamos el estigma de personas que no tienen fe en la capacidad de la mujer, profesores que se empeñan en ignorar a las chicas.
Y hasta cambiamos el paradigma de nuestros familiares, que en lugar de preguntar “qué vas a estudiar”, solían preguntar “cuándo te vas a casar”.
Vamos a la Universidad, donde ya somos casi el 70% de la matrícula y el 75% de las graduandas.
Sin embargo, al salir al mundo del trabajo, chocamos contra la pared de la discriminación, una vez más.
No hay dudas de que un aspecto que incide fuertemente en la desigualdad de género, es la brecha salarial que se ha creado entre hombres y mujeres.
Las dificultades de muchas mujeres capacitadas, muchas veces más que el hombre, para obtener un trabajo, y el compromiso que todas debemos tener para evitar que se vea como normal una situación tan perjudicial para la cohesión social y el logro de la igualdad.
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Sobre este tema, las cifras no mienten.
Al 2015, la tasa de desempleo en mujeres jóvenes triplica la tasa nacional del desempleo.
Es decir, una mujer joven, entre 18 y 24 años, tiene el triple de probabilidades de estar desempleada, que un hombre de la misma edad.
La preocupante brecha salarial entre hombres y mujeres ya alcanza hasta un 21%.
¿Qué quiere decir esto?
Que si un hombre y una mujer ocupan un mismo puesto laboral, con las mismas condiciones y capacidades, por cada 100 pesos que ingresa el hombre, la mujer solo ingresa 79.
De igual forma, de 10 puestos de trabajo existentes en el mercado laboral, hay 7 que están ocupados por hombre.
A nivel mundial, en los puestos principales de las empresas, de cada 10 puestos a nivel junior, solo 3,5 son ocupados por las mujeres; en el nivel medio, apenas 2,5 de cada 10 puestos; a nivel senior, apenas 1,5 son ocupados por mujeres. Y a nivel de Presidentes o CEO, apenas 1 de cada 10 puestos son ocupados por mujeres.
Y más preocupante aún es que la mayor parte de las mujeres que tienen una ocupación, están en el sector informal, lo que dificulta su acceso a la seguridad social y a los beneficios laborales.
Una injusticia.
Es por eso que también, como Vicepresidenta, he trabajado en un piso de género en la República Dominicana, para determinar las brechas sociales que persisten en los distintos ámbitos de la protección social.
Además, he propuesto al Presidente de la República que incluya en el plan de gobierno de los próximos cuatro años, una iniciativa para propiciar equidad de salarios entre hombres y mujeres, en todos los sectores de la vida nacional.
La idea es penalizar a los individuos y sancionar a las empresas que sometan a las mujeres a un salario menor al que merecen por el trabajo que desempeñan.
Porque es que el trabajo que realizamos las mujeres está subvaluado sin razón.
No tenemos que conformarnos con un salario menor, que se nos niegue un puesto de trabajo, que nos ignoren en una promoción, por el simple hecho de ser mujer.
Pasa en los negocios, pero también sucede en la política.
Una buena noticia es que en las pasadas elecciones, hemos logrado un considerable aumento en la representación femenina a nivel político.
Hemos pasado de una matrícula de 18.9% a 24.4% en el Congreso Nacional, un paso positivo que nos alienta a continuar trabajando por una mayor representación política.
Sin embargo, persisten escollos que son una epidemia que sufre el mundo y que está reteniendo a la humanidad en el desarrollo de su potencial.
La mujer quiere ocupar su espacio en la sociedad, y quiere, y merece hacerlo en las mismas condiciones que el hombre.
Eso es equidad.
Es hora de que a la mujer se le pague lo que se merece.
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Mis queridas amigas y amigos:
Las mujeres en todas partes del mundo enfrentamos los mismos retos.
Además de los que ya he mencionado, también enfrentamos el gran reto de balancear nuestras necesidades personales con las necesidades de nuestras familias y con las demandas de nuestros empleos.
Luchamos contra la violencia intrafamiliar y de género, contra el abuso sexual y contra la trata de personas.
Pero más que nada, luchamos contra una mentalidad atrasada, que somete a la mujer a una esclavitud innecesaria.
Como dijo Michelle Obama hace poco en Argentina: “para las mujeres, lo que queremos ser en la vida está en constante conflicto con el mensaje que nos da la sociedad”. Y esto no puede ser.
Tenemos que hablar a toda la sociedad sobre equidad de género.
Tenemos que romper el miedo que existe a que los hombres defiendan los derechos de las mujeres, a que sean sensibles y que se conviertan en los primeros en enarbolar el valor de la mujer.
Tenemos que enseñarles a que den un paso al frente en esta importante lucha.
Como decía Edmund Burke: “para que triunfen las fuerzas del mal, solo se necesita que los hombres y las mujeres de buena voluntad no hagan nada”.
Necesitamos que los hombres buenos actúen.
Amigos y amigas:
Felicito la celebración de este importante Seminario, especialmente a quién lo ha organizado, la doctora Yokasta Guzmán.
Estoy convencida de que juntos podemos definir acciones que verdaderamente aporten al liderazgo y al desarrollo económico de la mujer.
Es hora de que tomemos el ejemplo de tantas mujeres que elevaron su voz, como lo hizo Hipatía, como Mary Wollstonecraft o BenazirBhutto, como nuestras Hermanas Mirabal; mujeres que han luchado por los derechos de la mujer, que han reclamado el espacio que nos merecemos en la política y en la vida pública, que han luchado en contra de las decisiones que nos afectan, de las decisiones que se han tomado sin consultarnos.
Hay quienes dicen que el siglo XXI es el siglo para que millones de mujeres y niñas dejen de sufrir penurias y escasez.
Dicen que es el siglo para acabar con la violencia de género, para que se respeten nuestros derechos humanos y para que podamos tener mayor acceso al empoderamiento económico.
Pero yo me pregunto: ¿Tienen que pasar 100 años más para acabar con la injusticia a la que se someten millones de mujeres en el mundo?
Pues NO.
El momento de la igualdad entre hombres y mujeres es AHORA; el momento de poner fin a la violencia de género es AHORA; el momento de crear mayores y mejores oportunidades para la mujer es AHORA.
El momento de la MUJER DOMINICANA es AHORA.
¡El progreso de las mujeres es el progreso de todos y todas!
¡Muchas Gracias! ¡Qué Dios les bendiga!
Presentación mostrada en la conferencia: