noviembre 12, 2018
Unidos por el desarrollo de la agricultura familiar
- Con este congreso tenemos el firme propósito de dar un nuevo impulso a la agricultura familiar en la República Dominicana y en toda la región de América Latina y El Caribe.
- Desde que iniciamos con Progresando con Solidaridad, nos propusimos hacer de la agricultura familiar una línea de acción importante en el programa, de manera que sirviera al sector agropecuario y forestal.
- Estamos convencidos de que promover los huertos familiares, la siembra responsable y la distribución de alimentos, constituye la alternativa idónea para enfrentar el hambre que padece gran parte de la población en el mundo.
Amigos y amigas:
Me complace darles la bienvenida al primer Congreso Latinoamericano y Caribeño de Agricultura Familiar, al octavo Congreso de la Sociedad Dominicana de Investigadores Agropecuarios y Forestales y la 64ava Reunión anual de la Sociedad Interamericana de Horticultura Tropical.
Es un honor y un orgullo, que nos hayan permitido vincular estos tres cónclaves tan importantes, con el firme propósito de dar un nuevo impulso a la agricultura familiar en la República Dominicana y en toda la región de América Latina y El Caribe.
Agradezco a las autoridades de la Sociedad Dominicana de Investigadores Agropecuarios y Forestales y de la Sociedad Interamericana de Horticultura Tropical, por confiar en nosotros para la organización de este evento, al igual que al Ministerio de Agricultura y las demás instituciones que forman parte de este sector.
Si algo hay que reconocer, es que las sociedades en nuestros países han caído en cuenta que la producción agropecuaria y el cuidado de nuestros ecosistemas, es una prioridad insoslayable, si es que queremos dejar a nuestros hijos y nietos un mundo donde se pueda vivir.
El enfoque y la dedicación que hoy recibe el sector agropecuario y forestal, es un reconocimiento al trabajo que por muchos años Ustedes han realizado, pero a la vez, les plantea un gran reto, que es el de demostrar, ahora que hay más recursos fluyendo al sector, que las inversiones que Ustedes proponen y recomiendan, son ideales para abordar dos grandes objetivos: alimentar a toda la población y asegurar la seguridad alimentaria de toda la región.
Como Primera Dama, como Vicepresidenta y como Embajadora Extraordinaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, les puedo asegurar que la agricultura familiar es un tema al que le he dedicado mucho esfuerzo en los últimos 14 años.
Desde que iniciamos el programa Progresando con Solidaridad, una estrategia de política social contundente que reúne a más de 800 mil familias en torno al desarrollo individual y familiar, nos propusimos hacer de la agricultura familiar una línea de acción importante en el programa, de manera que sirviera al sector agropecuario y forestal.
Creo que el resultado ha sido de la mayor relevancia. Muestra de ello es que la gran mayoría de los agricultores familiares del país son miembros de las familias Progresando con Solidaridad o se han beneficiado de alguna de nuestras capacitaciones, charlas y apoyo en recursos.
Precisamente, hace apenas unos días, entregamos el Premio Juan Bosch a la Agricultura Familiar, un reconocimiento a las familias dominicanas que se han abrazado a la agricultura familiar, no solo como una fuente de ingresos, sino también, como un reforzamiento de los valores familiares.
En esa ocasión, reconocimos a la familia Soriano Ruiz de Baní, la familia Lagares Susaña de Loma de Cabrera, la familia Álvarez Liriano de Nagua, la familia Guerrero Rivera y la familia Mateo Ciprián de San José de Ocoa, la familia Ramos Peña de Puerto Plata, la familia Peña Mora de Sánchez Ramírez, la familia Mota Mercedes de El Seibo, la familia Abad de la Cruz y la familia Pascual Beltrán de Monte Plata.
Estamos aquí por ellos, y por miles de familias en todo el país y la región, para que la ciencia, la técnica y la política, aúnen esfuerzos, a favor de la agricultura familiar.
Desde hace años, hemos mantenido acuerdos con las instituciones públicas y privadas, al igual que con los organismos internacionales relacionados a este tema, para que las familias que forman parte del programa reciban los insumos necesarios para aprovechar la agricultura familiar.
Lo hemos hecho, convencidos de que la promoción de huertos familiares y comunitarios, urbanos y periurbanos; así como la siembra responsable y la distribución de alimentos a los más necesitados, constituyen la alternativa idónea para enfrentar el hambre que padece gran parte de la población en el mundo.
Hemos invertido, por igual, en proyectos de acuicultura y pesca, proyectos de crianza, invernaderos, producción de frutales, lombricultura, casas sombra y producción de caoba.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, agenda que la Organización de las Naciones Unidas ha impulsado como compromiso común de todos los países, han priorizado la seguridad alimentaria, la nutrición y la agricultura sostenible, como acciones estratégicas que abordadas integralmente incidirán en un futuro más próspero para el bienestar de los seres humanos que habitan en nuestro planeta.
Tenemos que apostar decididamente a esos Objetivos, para continuar impulsando al sector Agropecuario en la República Dominicana y en toda la región.
Amigos y amigas:
En esta tarde quiero plantearle algunos aspectos de la agricultura familiar, que considero esenciales para la discusión, si queremos avanzar en la agenda de este sector.
En primer lugar, considero crucial abordar la participación de la mujer en la agricultura, por su decidido impacto en la seguridad alimentaria, en la reducción de los niveles de discriminación de género y por el beneficio que representa para la familia completa.
La mujer rural requiere del apoyo decidido de las políticas públicas para poder hacer la transición hacia la producción intensiva; para que pueda tener seguridades ante las amenazas potenciales a su cultivo; y para poder insertarse, en equidad, dentro de los mercados de producción.
Sin embargo, es lamentable que las cifras oficiales publicadas por la FAO, demuestran el rezago de la mujer rural en el acceso a la titulación de sus tierras, al crédito para el desarrollo agroindustrial, al acceso a capacitaciones técnicas y profesionales y al uso de insumos y tecnologías en su producción
Este rezago se confirma con cifras: la titularidad de la mujer en explotaciones agrícolas no supera el 20%, sus parcelas son más pequeñas, tienen menos acceso a créditos, a insumos y tecnologías, sólo reciben el 10% de la ayuda total destinada la agricultura, las actividades forestales y la pesca.
Los índices de analfabetismo son mayores entre las mujeres rurales y el número promedio de años de instrucción escolar es mucho menor que el de los hombres.
La brecha de rendimiento entre agricultores y agricultoras se sitúa entre un 20% y un 30%, similar a la brecha existente en el ámbito salarial entre hombres y mujeres
En adición, las investigaciones arrojan que “las mujeres se ven obligadas a sumar otros trabajos fuera de la tierra para conseguir ingresos adicionales, como consecuencia de las pérdidas agrícolas generadas por el cambio climático”.
Es por ello que estoy convencida de que la participación de la mujer en la agricultura es vital para cumplir el objetivo común de erradicación del hambre en el planeta, en los próximos 15 años.
El propio Director General de la FAO, mi querido amigo José Graziano da Silva, ha valorado la importancia de “reducir la desigualdad de género para eliminar el hambre y desarrollar sistemas alimentarios sostenibles”, en un contexto donde “los agricultores familiares son la fuerza dominante en la producción de alimentos”.
En segundo lugar, quiero referirme a las compras públicas a la agricultura familiar.
Los programas de compras públicas son muy útiles para crear un círculo virtuoso entre la agricultura familiar, los mercados locales, los programas de asistencia del gobierno y los consumidores, resultando en beneficios para todos.
Pero a la vez, las compras públicas sirven para fomentar mejores hábitos de alimentación, permiten mejorar la participación social, diversificar la producción de alimentos, potenciando los ingresos y calidad de vida de los pequeños agricultores.
Además, mejoran la diversidad y calidad de alimentos frescos que consumen las poblaciones más vulnerables, proveyendo comida saludable a los niños y niñas que participan de los programas de alimentación escolar, los hospitales públicos y otras instituciones similares.
Un reporte reciente indica que Brasil y Uruguay ya tienen leyes de compras públicas a la agricultura familiar, mientras que otros países, como Paraguay, poseen decretos legales que regulan estas adquisiciones.
Además, existen varios esfuerzos de generación de leyes de Alimentación Escolar y de promoción a la Agricultura Familiar, que incorporan las compras públicas.
En el caso de la República Dominicana, nos consta el gran esfuerzo que ha impulsado el Presidente Danilo Medina, para que la alimentación escolar sea nutrida por los agricultores familiares.
Pero sí creo que debemos ir más allá, porque las compras públicas, si las enfocamos hacia los agricultores familiares, sirven como instrumento para fortalecer y garantizar el derecho humano a la alimentación adecuada.
Una política pública enfocada hacia los agricultores familiares, mejora la atención de las personas más vulnerables; sirve al desarrollo local y fortalece los “circuitos cortos” de comercialización; contribuye a la formación de hábitos alimentarios saludables; impulsa la apertura de nuevos mercados a la agricultura familiar; y contribuye a la diversificación de la producción de alimentos.
El tercer ámbito que quiero abordar, es la impostergable necesidad de aumentar la inversión en investigación y desarrollo.
Los tres eventos que nos reúnen a partir de hoy, son una muestra de la importancia de invertir en investigación. Cuando reviso el programa y veo la calidad y la cantidad de investigaciones que se presentarán en estos 4 días, me convenzo de la importancia de este tema y de la necesidad de destinar mayores recursos a la investigación, al desarrollo y a la innovación.
Si aspiramos a una agricultura sostenible y eficiente, que aproveche mejor los recursos puestos a nuestra disposición, tenemos que investigar.
La investigación es un bien público, que debe ser apoyado desde el Estado, a través de instituciones especializadas como las que están aquí representadas.
Pero esto trae consigo un tema de propiedad intelectual, apoyo a los emprendimientos nacionales e incentivo fiscal al desarrollo de nuevas tecnologías.
Existe una creciente evidencia sobre los beneficios de que los agricultores se asocien a las actividades de investigación adaptativa, incluyendo las decisiones sobre la agenda y la ejecución del trabajo experimental.
En lo personal, apuesto a que se impulse la investigación en la agricultura familiar, en temas esenciales, como el aprovechamiento del agua y el impacto del cambio climático.
Este encuentro es un gran paso de avance en esa dirección.
Amigos y amigas:
A veces se nos hacen creer que la agroindustria y la agricultura familiar no van de la mano.
Uno de los grandes aportes de la FAO con la campaña mundial de agricultura familiar es reconocer que la mayor parte de los alimentos de la canasta básica es producto de agricultura de pequeña escala.
Pero a la vez, reconocer que la agroindustria tiene un rol claramente establecido en la sociedad.
La agricultura tradicional tiene una racionalidad ecológica muy diferente a la del empresario. La relación de la agricultura familiar con la naturaleza no es de explotación, sino de coproducción: producen, pero protegen el agua, la biodiversidad, las semillas, los bosques y suelos.
Digamos que la agricultura familiar genera un mayor compromiso individual y colectivo con la sociedad.
Sin embargo, debo advertir sobre la importancia de intervenir al agricultura y a la agricultora, desde un punto de vista integral.
Ha habido concentración de la tierra, algo que ha sido inacabable fuente de conflictos; la expansión de la frontera agraria ha generado deforestación y, en definitiva, hay una pobreza y desigualdad alarmantes.
Sin embargo, en inclusión social, pese a que las mayores carencias aún están en educación, acceso a agua y saneamiento y protección laboral, hemos avanzado, pero debemos avanzar aún más.
La inclusión productiva no ha sido efectiva, lo que ha dificultado la lucha contra la pobreza.
Nuestros agricultores familiares trabajan de sol a sol, sin desmayo, pero a pesar de ello, viven en las condiciones más lamentables de pobreza y exclusión.
El nivel promedio de ingresos por trabajador de la población dispersa es de cerca de un tercio del salario mínimo legal, según datos que manejamos.
Esa es la razón fundamental que ha sacado a la gente de los campos y los ha traído a la ciudad. La distancia entre lo urbano y lo rural no es sólo física, es también de condiciones de vida.
Pero a mi juicio, solo en el enfoque hacia la agricultura familiar puede acortar esa distancia y cerrar esa brecha.
El Plan Nacional de Soberanía y Seguridad Alimentaria, debe acompañarse de un plan solo para la agricultura familiar, que preste atención sobre el de la agricultura familiar en la erradicación del hambre y la pobreza, la seguridad alimentaria y la nutrición, la mejora de los medios de vida, la gestión de los recursos naturales, la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible, en particular, de las zonas rurales.
La agricultura familiar es una realidad dinámica, donde interviene lo social, lo económico, lo cultural y lo ambiental.
La Agricultura Familiar es responsable de la provisión del 70% de los alimentos en el mundo y es la base para la producción sostenible de alimentos, orientada a lograr la seguridad alimentaria y erradicar la pobreza. En América Latina y El Caribe abarca más del 80% de los agricultores y genera entre el 57% y el 77% del empleo agrícola.
Volver al campo es volver a su gente, es centrar nuestras políticas publicas en los protagonistas de la agricultura familiar, que son los agricultores.
El futuro de la alimentación depende de ellos y del apoyo que nosotros podamos brindarles.
Bienvenidos al Congreso de Agricultura Familiar. Enhorabuena por esta iniciativa.
Muchas gracias.